Las dietas hipocalóricas son aquellas que aportan menos calorías de las que nuestro organismo necesita,
pero tienen que seguir suministrando igual cantidad de nutrientes (véase la tabla siguiente) y cumplir los
criterios de calidad nutricional exigibles a cualquier otra dieta.
Antes de empezar a programar una dieta hipocalórica conviene saber cuánto estamos comiendo. Emplee el
"Recuerdo de 24 horas" para saber lo que come y calcule el contenido en energía y nutrientes de su dieta
actual. Es importante no cambiar drásticamente nuestros hábitos alimentarios. Si la dieta se aleja de
nuestras costumbres, será inicialmente mucho más difícil de cumplir. Este puede ser el primer paso hacia el
fracaso. Hay que modificar los hábitos hacia otros más saludables, pero poco a poco.
Para perder medio kilo por semana, pueden formularse dietas que diariamente aporten unas 500 kcal
menos de lo necesario. Como mínimo la dieta debe aportar el equivalente a 22 kcal por cada kg de peso corporal real y día. Una persona que pese 80 kg no debe consumir dietas que aporten menos de unas 1800
kcal/día.
Se recomienda evitar déficits de más de 1000 kcal/día durante periodos prolongados de tiempo pues
además de ser difíciles de cumplir, si las dietas no están bien diseñadas (incluyendo alimentos con una alta
densidad de nutrientes) es muy difícil que aporten todos los nutrientes necesarios, aumentando el riesgo
de deficiencias. Es preferible plantearse una reducción de peso a largo plazo para evitar el consumo de
dietas muy restrictivas. Además, el uso prolongado de una dieta hipocalórica sin unas pautas de actividad
física puede dar lugar a una disminución de la tasa metabólica basal, provocada por mecanismos
compensatorios y por la pérdida de masa muscular. Estos son los principales responsables del efecto rebote
o efecto yo‐yo, incrementando mucho más el peso, una vez dejada la restricción energética.
Una dieta hipocalórica mal programada puede ser un riesgo para la salud. Es importante ser un poco
críticos con las dietas de adelgazamiento que encontramos continuamente en los medios de comunicación.
Generalmente suelen ser muy restrictivas y monótonas, contrariamente a lo que debe ser una dieta
equilibrada. Las dietas poco variadas conducen con gran frecuencia a deficiencias nutricionales.
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